Jackson Pollock y la energia (ki)
cuando Jackson Pollock empezó a hacer sus action paintings hace 60 años, de algún modo inauguró la época de performance pues rompió las fronteras entre lo temporalmente estático del arte visual y lo dinámico de las artes escénicas; o sea: el arte de Pollock, la acción de pintar existía en el tiempo y no solamente el resultado congelado posterior de su realización.
Con el performance del conjunto japonés en el Teatro Atahualpa, vivimos este legado de Pollock, más nutrido ahora por una música internacionalizada (bateria occidental, digiridoo australiano con produción de sonidos clásicos del canto japonés) y una expresión escénica nutrida por las tradiciones clásicas japonesas y el reconocimiento de mundo performático contemporaneo:
más alla de la reflexión académica, hay unos momentos que me impactaron enormemente:
--la forma en la que el maestro comenzó con agua sobre el lienzo, creando un espacio en vacío, una pintura invisible que solo poco a poco cobraba color…
--por supuesto el grito de la firma…como si la marca de identidad solo valiera con un grito primigenio de finalidad;
--cuando el percusionista del tambor clásico japonés empezó a prepararse para tocar su tambor, como un luchador de sumo alistándose para el combate; y la subsecuente batalla (comenzando suave) que él libraba con su instrumento
para mí, la marca del evento se reflejaba en el hecho de que, al día sigiuente, solo queríamos hablar del performance, de hecho el mundo se dividió en dos por unas horas de la mañana: entre los que habíamos presenciado, vivido la transformación de la música, pintura, movimiento en energía, y todo el resto que no.
david korish
Gracias David por su visita hoy a nuestra clase porque dio en el clavo de lo que yo no lograba expresar en relación al "action painting japonés" del jueves pasado cuando usted nos hablaba que sentió que estaba ante la presencia de un "performance clásico". Para mí fue la palabra mágica porque efectivamente esa fue mi sensación porque me vi trasladada a los años 60`s y desde el principio en que vi el lienzo en blanco cubriendo gran parte del espacio escénico del Atahualpa del Cioppo, una rama, bambú, unos cubos con pintura, agua y unos pinceles gigantes tuve presente a Pollack todo el tiempo, con la sumatoria eso sí en esta "pintura en vivo" de elementos de música improvisada en vivo por músicos también japoneses. Fue como haber puesto en el aquí y ahora a Pollock pero en otro contexto, otro tiempo, otro espacio y en manos de un artista japonés con esa singular energía oriental que me cautivó desde el principio y no tanto su producto final. Por eso me quedé con la sensación de haber querido más, producto de mi pensamiento occidental tal vez?. Me quedó la duda sobre el paradero del lienzo terminado, será que si el artista neutralizó nuestra energía tendré derecho a reclamar un pedazo de esa energía plasmada en ese lienzo?
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